VIAJES AMÉRICA

ALASKA, ESPÍRITU SALVAJE (I)

Me gusta el nombre de Alaska. Suena bien, suena interesante. Suena a "tierra grande" que es como llamaban los aleutianos al actual estado norteamericano de Alaska, en lengua aleutiana "alyeska".

Alaska es ese último rincón del planeta donde uno pasa rápidamente de encontrarse echando un vistazo a las tiendas de los centros comerciales a estar en plena naturaleza cara a cara con la fauna salvaje. Y es que Alaska es la última frontera entre la civilización y la vida salvaje. Explorar Alaska es recorrer los paisajes de la taiga y de la tundra, sobrevolar las impresionantes montañas de la cordillera de Alaska, navegar en las aguas del mar de Bering en búsqueda de focas, de  ballenas jorobadas y de orcas;  detenernos en los pueblos es regresar a la época de los buscadores de oro y de los exploradores que se adentraron en la tundra en una feroz lucha contra las condiciones climáticas. Alaska es, además de todo esto, un regalo para todo aquel con espíritu aventurero, apasionado por la naturaleza y de la historia. Un lugar mágico y especial que no puede ser obviado por un viajero.

Moverse en Alaska no es difícil, pero sí duro para el bolsillo. Podemos movernos en tren, en autobús, en avión, en barco, en avioneta, pero ninguno de ellos es barato así que una parte importante del presupuesto cuenta que deberás destinarlo al transporte. Tampoco los alojamientos son económicos ya que las duras condiciones climáticas reduce el periodo turístico a un par de meses al año y mantener en buen estado los alojamientos es caro. Comer tampoco es barato, en especial en las zonas más remotas donde las provisiones tienen que llegar en avionetas o hidroaviones. A pesar de esto, el viaje merece el esfuerzo económico que vamos a tener que realizar si queremos disfrutar de Alaska y  conocer con detalle los lugares más singulares. Es preferible pasar 15 días dedicando tiempo a cada lugar, que 25 recorriendo el estado sin tiempo para disfrutar de los maravillosos espacios naturales que nos ofrece "tierra grande".

Para viajar a Alaska recomiendo 3 fechas. La primera sería en el mes de marzo, cuando la nieve domina en el paisaje y cuando se celebra la carrera de trineo de perros más dura del planeta: La Iditarod.
La segunda fecha sería en Junio con el propósito de explorar el Refugio de Vida Salvaje del Ártico para vivir en primera persona el efecto del sol de medianoche, aunque el objetivo principal será el buscar una de las mayores migraciones de animales del planeta: la de los caribús.
El tercer momento ideal para el viaje a Alaska sería entre los meses de Julio a Septiembre. Durante estas fechas los salmones remontan los ríos para llegar al lugar de su nacimiento. Esta migración de peces nos dará la oportunidad de avistar a grupos de osos grizzlies pescando en las cataratas y rápidos de los ríos.

Sin duda un destino fascinante que merece ser recorrido en diferentes períodos del año para obtener las mejores imágenes de un lugar en el que nos impregnaremos de su ESPÍRITU SALVAJE.